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Ulises Castellanos

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August 5, 2019

Rodrigo Moya, ex fotógrafo

Por Ulises Castellanos

Se acaba el verano y con él las vacaciones, pero la fotografía sigue siendo un refugio para quien todavía puede disfrutar de un domingo por el centro de la Ciudad de México. 

Hoy quiero compartirles la delicia que fue recorrer la exposición de Rodrigo Moya en Bellas Artes, montada con elegancia y una curaduría exquisita, se trata de una experiencia lúdica que los llevará por un México que ya no existe. 

El ex fotógrafo (como él mismo se auto define) nació en 1934, fue fotoperiodista entre 1955 y 1967, fueron 12 años de alta intensidad. Tenía un ojo privilegiado, y retrató a los personajes de su época, cuando todavía era relevante traer una cámara al hombro y había pocos fotógrafos en el país. 

Sus imágenes de arquitectura urbana nos refleja su compromiso social y un instinto visual con ritmo, manejo de geometrías y una composición impecable, como la foto que aquí publicamos de 1966. Tlatelolco, la Lotería Nacional, el Monumento a la Revolución y las calles del centro histórico eran su territorio natural.  

En la década de los sesentas publicó un centenar de reportajes en los semanarios Sucesos, Política, Impacto  y otras. 

Ahí mismo en la expo se presentan algunos ejemplares de aquellas maravillosas publicaciones con un despliegue generoso entre texto e imagen. En 1955 se estrenó con un trabajo del Valle del Mezquital, y de ahí ya no se detuvo sino hasta finales de los sesenta cuando lo sedujeron otras actividades, en 1961 se enlistó en el Partido Comunista. 

Registró los primeros conflictos universitarios en 1962 cuando dinamitaron la estatua de Miguel Alemán en Ciudad Universitaria. Si acaso, fue una pena que se perdiera el conflicto estudiantil de 1968, derivado de sus nuevas actividades fuera de la metrópoli. 

Fue en 1964 cuando en Cuba realizó su estupendo retrato de Ché fumando un puro en La Habana. 

En1968 fundó la revista Técnica Pesquera, que dirigió y publicó mensualmente durante poco más de dos décadas, ahí su mirada se volcó hacia el mar hasta que irrumpieron los años 90. Sus fotografías de artistas,, malandros e intelectuales tienen un sello particular, la estética del retrato y una calidad de impresión notable. Recorrer los pasillos de Bellas Artes con sus imágenes nos llevan al México de Buñuel y la época de oro del cine mexicano. 

Más tarde comenzó a explorar la narrativa, y en 1997 ganó el Premio Nacional de Cuento del INBA, ese mismo año ganó el Concurso Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés, “al tiempo que publicó crónicas, cuentos y poesía en suplementos y revistas culturales”. Desde 2001 se han publicado varios libros y catálogos sobre su trabajo, y ha montado siete exposiciones individuales. Actualmente colabora eventualmente con el diario La Jornada. 

Tiene 85 años y desde hace 20 vive en Cuernavaca en donde trabaja en la revisión permanente de su archivo. 

Recorrer las dos salas de su muestra en Bellas Artes se complementa con lo expuesto simultáneamente en el Centro de la Imagen, son más de 120 piezas que no tienen desperdicio alguno. Todo vale la pena. 

No recuerdo qué fotógrafo haya tenido el privilegio de contar con esos dos recintos al mismo tiempo para él solo. Pero su mirada lo vale. Es uno de los fotógrafos mexicanos más importantes de su generación y usted no puede perderse este recorrido visual por su memoria en plata y gelatina. 

No pierda tiempo, en Bellas Artes la muestra permanecerá hasta el 25 de agosto y en el Centro de la Imagen hasta el 30 de septiembre de este año.

Columna publicada en El Sol de México (Agosto 4, 2019)

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April 2, 2019

Fotoperiodismo, espiral crítica

Por Ulises Castellanos

Editar es jerarquizar, y editar fotografía informativa para medios impresos, es destacar lo periodístico sobre lo redundante. El fotógrafo debe ser pasional al momento de tomar sus imágenes, pero los editores debemos ser fríos y altamente responsables frente a la selección final. 

En marzo de 1999 me estrené como editor de fotografía en la revista Proceso. Durante siete años fui el responsable de la imagen y su puesta en página mientras editábamos el semanario de México y buscábamos la mejor imagen de portada para cada domingo. Fueron años de enorme aprendizaje. 

Han pasado 20 años desde aquella primer oportunidad y en las últimas dos décadas, tuve el privilegio de editar un número especial de Paris Match en 2006 sobre México, para después encargarme de los equipos de fotografía y edición en los diarios El Centro, Excélsior y recientemente en El Universal. 

Ser editor, es mucho más complejo que solo ser jefe. 

Se trata de reforzar un proyecto periodístico, buscar que la fotografía sea protagonista de su momento, se trata de buscar el desarrollo profesional de nuestra gente, eliminar malas prácticas y siempre defender sus intereses por encima de toda presión que recibe el área de foto. A lo largo de estas dos décadas, he trabajado con con más e 50 fotoperiodistas a mi cargo en las diferentes redacciones referidas; en los años de Proceso, adicionalmente a nuestras responsabilidades, editamos un calendario anual para suscriptores con las mejores fotos del año de aquel entonces, (creo que todavía lo hacen) realizamos una decena de exposiciones por todo el país, arrancando justo en 1999 con una muestra de fotografía en el Centro de la Imagen y fundamos la agencia Procesofoto.com 

En el diario El Centro, además de darle prioridad a los reportajes gráficos, editamos a lo largo de un año un suplemento semanal de ocho páginas dedicado solo a la fotografía documental, suplemento que hasta la fecha es el último en su tipo en los medios nacionales y por donde desfilaron más de 50 fotógrafos documentalistas. 

En Excélsior, teníamos una página semanal que se llamaba Ojo por Ojo, y en el 2009 me tocó representar al diario en Madrid con mis colegas editores de foto del diario El País, El Mundo, El Clarín y Folha de Sao Paulo. 

Para 2010, salió al público mi segundo libro sobre le tema de la edición de foto, editado por la Universidad Iberoamericana, para después dirigir la Fundación Pedro Meyer en los años de 20011 y 2012; más adelante me incorporé como columnista en El Universal mientras capacitábamos a los fotógrafos de allá y mejoramos sus salarios y equipos de aquel entonces para 2015. 

El año pasado terminé mi responsabilidad en el “Gran diario de México” como responsable de fotografía y video de aquel periódico, en donde trabajé con estupendos colegas que en su mayoría hoy están ya fuera del diario. 

En 2015 editamos el libro sobre los 30 años del terremoto de 1985 convocando a una docena de fotógrafos que documentamos aquel sismo. Y en ese mismo año salió de la imprenta el primer libro dedicado exclusivamente a la edición de fotografía informativa que nos patrocinó la Universidad Panamericana. 

A lo largo de estos 20 años, he tenido el privilegio de contar con la confianza y el apoyo de directivos preocupados por la imagen y que en buena medida hicieron todo por apoyar a la fotografía de prensa para competir con fuerza en un mercado cada vez más crítico en circulación y constante cambio. 

Sin embargo, el fotoperiodismo vive hoy una espiral crítica de pérdida de presupuesto y espacios derivado del embate de las redes sociales y el nuevo hábito de los consumidores actuales, que buscan gratuidad en el consumo de información y que hoy no quieren pagar por nada. 

En este contexto -que no es exclusivo de México- han sido despedidos decenas de colegas de distintas redacciones: Grupo Expansión, La Jornada, Milenio, Reforma, Excélsior y El Universal entre muchos otros que han reestructurado sus redacciones eliminando puestos y/o abaratando el trabajo. 

Al mismo tiempo, en los medios nativos digitales, la situación no es mejor, enfocado al video, no contratan fotógrafos, más bien habilitan becarios para hacer video, foto, memes o lo que sea para mantenerse en redes. Y por si esto fuera poco, hace más de una década que el fotoperiodismo y sus profesionales están fuera del circuito cultural que representa primordialmente el Centro de la Imagen y otros museos o galerías. 

Son contados los espacios que mantienen visible la buena fotografía en nuestro país, ahí está el diario El País en México, y algunas universidades como la Panamericana que sigue manteniendo la clase de fotoperiodismo en sus aulas. Así las cosas, no parece un buen momento para “ser” fotoperiodista o dedicarse a la imagen informativa en ninguna plataforma contemporánea. 

La gratuidad y falta de calidad en los medios se impone al costo de tener buenos profesionales en esta área. Además el usuario no exige calidad, sino cantidad. 

Así pues, como lo señaló Francisco Mata hace poco, hoy en día parece que se necesitan más y mejores editores de foto en las redacciones, que productores de imagen, la oferta se volvió abrumadora y barata. Muchos de los colegas de hoy, se dedican al video, trabajan en agencias internacionales o se han diversificado en la industria; otros han abandonado la fotografía periodística para hacer sociales o publicidad, donde aún queda algo de dinero. Y otros de plano han abandonado incluso el quehacer fotográfico por completo. 

Me atrevo a señalar que a lo largo de estos últimos 10 años, la fotografía periodística ha perdido relevancia entre el consumidor mientras reduce su tiempo de contemplación a una fracción de segundo en su dispositivo móvil. 

Todo lo anterior, sin tomar en cuenta que el usuario de ahora, tiene a su disposición infinidad de fuentes para ver imagen fija o en video. 

El reto es seducir al usuario con imagen de calidad para retenerlo en nuestro territorio. Ojalá pronto se supere este momento crítico y los medios reconozcan que invertir en fotografía e imagen de calidad, los vuelve más atractivos y competitivos frente a los que han decidido renunciar a la fotografía profesional. De lo contrario, todos perdemos.

Columna publicada en El Sol de México (Marzo 31, 2019)

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December 23, 2018

Es la nada, se acabó

Por Ulises Castellanos

¿Dónde están los fotógrafos? ¿A quién está dirigida la bienal? ¿Esto fue lo mejor de cientos de trabajos recibidos? ¿Es en serio? 

Me siento triste, alarmado y decepcionado por la muestra de la última edición de lo que todavía se llama Bienal de Fotografía. No hay duda, este concepto caducó, vivió 38 años entre nosotros pero esto no puede representar el talento visual de nuestro país, y menos con todo lo que ha pasado en los últimos años. 

Es la nada, no mueve, no conmueve, no ofrece nada. Vamos, ni las cédulas son ingeniosas. Esta edición debió declararse desierta. Punto. Eso hubiera sido lo propio y lo decente. Al menos habría mandado un mensaje y se hubieran ahorrado miles de pesos. 

Esta expo es la manifestación más clara del abandono de la mirada, del fin de la contemplación, esta selección de trabajos refleja el abandono conceptual o el extravío del saber ver. 

Me cuentan que participaron alrededor de 500 autores, un promedio de 15.6 propuestas por estado. Cualquier concurso nacional en nuestro país dobla o triplica estas cifras. Claramente hubo un desdén por parte de la comunidad fotográfica, y se nota en los nombres de los seleccionados que van desde los fotógrafos emergentes hasta algunos ya consolidados. Apenas se colgaron 24 trabajos y habrían sido 25 si no fuera porque la última propuesta llegó tarde o no cumplió con algún requisito. En 2016 se colgaron 49 trabajos. Por eso, esta expo ocupa solo la planta baja del Centro de la Imagen, ni siquiera hubo ya con qué llenar. 

Hay maneras de hacer fotografías, hay formas de colgar una propuesta, hay fórmulas para todo. Pero aquí no hay nada, Vamos, ni ganas de mejorar. Sin embargo, este fracaso rebasa a los integrantes del consejo asesor o a los miembros del jurado, incluso a las autoridades del Centro. No veo ya responsables directos de este abandono visual. Quizá es sencillamente el modelo, el cajón de la Bienal, es el certamen el que ya no da para más. 

Sugiero declarar finalizado este esfuerzo bi anual y pasar la página de la historia, para refundar un territorio visual digno de nuestro tiempo. 

En serio, estoy agotado, aburrido, desganado; esta vez no señalaré a nadie en particular, veamos el bosque desde arriba. Adiós a la Bienal y punto. Replanteemos todo, la misión del Centro, su visión institucional, su vinculación con la comunidad, sus metas prioritarias; replanteemos objetivos y rescatemos lo bueno, pero ya no demos pasos hacia atrás. 

En estas horas, Alejandra Frausto, la nueva Secretaria de Cultura, tiene en sus manos la oportunidad histórica de darle un vuelco a ese importante Centro y re orientar su encomienda; son momentos clave, de la suma de sus decisiones dependerá el desarrollo de la imagen para el corto y mediano plazo en México. Estamos a tiempo. 

Si los paradigmas visuales y la esencia de la imagen han cambiado, es momento de que la Bienal desaparezca y punto. Este modelo de concurso es obsoleto, no estimula para nada la creatividad y ya no fomenta competencia alguna. Es un híbrido, que sigue copado por las mafias de siempre y que se niegan a abandonar la plaza, parece que no se dan cuenta que el país ha cambiado y que este tipo de simulaciones son inadmisibles en este contexto. 

Sin embargo, reconozco por supuesto, que después de la mal llamada “Bienal de la Ruptura” se corrigieron diversos aspectos, se fortaleció la convocatoria, se tomaron en cuenta los errores señalados hace dos años y también es cierto, la muestra es fundamentalmente fotográfica, por fortuna no hay pelos de nada ni de nadie en los pasillos de la Ciudadela, pero el tema no es sólo cuidar el formato, lo sustancial debería ser el contenido visual y es ahí donde se presenta el vacío. 

Hace dos años, en la bienal pasada, al menos hubo una apuesta de parte de sus organizadores, apuesta fallida pero apuesta al fin; hoy ni siquiera llegaron a eso, no se entiende nada, no hay mensaje, no existe propuesta alguna, no nada. Es la desolación, el fin de un estilo, el final de un camino. 

Así explican su “curaduría” los organizadores de hoy, en su folleto de sala: “Los trabajos se articulan como un conjunto de vivencias, donde la relación entre el cuerpo y el entorno cobra importancia en la realidad que se busca exhumar, encarnar o ensayar. Cada cuerpo experimenta la rabia, la denuncia, el trauma y su enunciación desde un registro afectivo que gravita entre lo singular y lo colectivo”. Les juro que esto último es literal. 

Pero en fin, con algo de pudor les dejo la imagen de Omar Gámez, uno de los ganadores de esta edición. (Disfrute). Sin embargo, en mi recuerdo, sólo queda un tímido letrero que vi al final del pasillo central y que dice textualmente: “Aquí termina tu recorrido. (No pasar)” Y la verdad, ese mensaje debería estar a la entrada del Centro y nos habríamos ahorrado la vuelta.

Columna publicada en El Sol de México (Diciembre, 23 de 2018)

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March 24, 2017

Yael Martínez

Raíz Rota de Yael Martínez 

Por Ulises Castellanos 

Más de 10,000 personas visitaron la Bienal de Fotografía, que finalmente ya desmontaron. En ese contexto, el pasado sábado 11, anunciaron que el Premio del Público lo ganó Yael Martínez, fotógrafo documentalista nacido en 1984 en el estado de Guerrero. 

Sus imágenes han sido presentadas en Brasil, Estados Unidos, España, Suiza y México. En 2016 obtuvo la beca Magnum Emergency Fund y fue seleccionado ese mismo año en el 4th Annual New York Portfolio Review del New York Times. Su obra forma parte de distintas colecciones, entre ellas el de la Fototeca Nacional del INAH. Actualmente es el único mexicano nominado por la Fundación World Press Photo para su programa educativo 2017, el Joop Swart Masterclass. 

Raíz Rota, la serie de fotografías con las que Yael ganó esta semana, se sintetiza así según su propia voz: “Guerrero es el segundo estado más pobre y uno de los más violentos del país. La marginación social y económica de sus habitantes se agudiza cada vez más y la crisis del Estado de derecho se ha vuelto más alarmante. Las desapariciones forzadas son tan sólo uno de los síntomas que así lo demuestran”. Y lo remata así "Me propongo hacer un trabajo que refleje lo que sucede en mi comunidad y en nuestro tiempo." 

Esto me dijo Yael Martínez al saber del reconocimiento que le otorgó el público de la Ciudadela. “Me alegra mucho saber que las personas se sienten conectadas con mi proyecto, ya que uno de los objetivos es hacer llegar la voz y el sentir de las familias que atraviesan por esta problemática y que desafortunadamente sacude a todo México” Así de sencillo y contundente es Yael Martínez. 

Sólo una reflexión me queda por compartir a 90 días de la polémica desatada en torno a la última Bienal. A diferencia del jurado, el Público no se equivoca. 

Columna publicada originalmente en el diario El Universal el 18 de Marzo de 2017                

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March 10, 2017

Nuevas Miradas. Nuevos Códigos.

Por Ulises Castellanos

Es momento de reconciliarnos, superemos diferencias y reagrupemos energía, talento, visión contemporánea y la vitalidad que siempre nos ha caracterizado a los fotógrafos de todas las corrientes y de diversos ámbitos. 

Mi columna Amarga Navidad de diciembre del año pasado que señaló la fallida curaduría de la última Bienal, habría sido sólo una anécdota, si no fuera por la seriedad de los asuntos que se abordaron y porque cayó en medio de una comunidad agraviada, dividida y abandonada por el mismo Centro de la Imagen. 

Este espacio abrió un debate necesario e impostergable sobre la manera en la que concebimos a la fotografía, sin importar su sello, estilo o soporte de presentación; pero sin abandonar el territorio de lo estrictamente visual. 

Allá en la Ciudadela que se supone, debería ser un centro fotográfico plural, dinámico y abierto; perdieron la oportunidad de hacerlo y no parecen tener ánimo o ganas de remediar este tiradero. 

El debate de los últimos meses agitó el avispero de artistas visuales, contemporáneos y fotógrafos de todas categorías, y esta explosión de ideas solo reflejó la insostenible situación que se deriva de una comunidad y su público, hartos del desprecio institucional. 

La estrategia de sobrevalorar a los curadores como los nuevos responsables creativos de esta última Bienal, demostró su ineficacia y los llevó a estrellarse contra un amplio sector que no daba crédito de lo ahí expuesto. 

La arrogancia y extravío de aquella conducta debe darnos ahora la fuerza para emprender nuevos encuentros y repensar la imagen expandida sin prejuicios o conceptos ajenos al quehacer fotográfico. 

Es hora de reconciliarnos y reconfigurar la capacidad de propuesta y talento colectivos; la mesa de anoche en el Bella Época fue sólo el arranque, ahora pasaremos a las propuestas para este año y el próximo. 

Por lo pronto nos sumamos y celebramos la iniciativa de Hydra y Juan José Díaz Infante, quienes anunciarán el jueves 9 de marzo a las 11 de la mañana en conferencia de prensa, una sorpresa bajo el título de Código Abierto que contará con la participación de más de cien fotógrafos, editoriales, colectivos, y espacios independientes de primer nivel, que seguramente será un éxito. 

No nos confundamos, el debate es tierra fértil para nuevas propuestas en medio de una comunidad agraviada, pero llena de vitalidad y que está de regreso. 

Llevo meses escuchando y conversando con los más diversos actores de la comunidad fotográfica, que indignados, celebraron el debate y expresaron claramente su hartazgo en este periodo oscuro generado por un sector que en el fondo desprecia y minimiza al fotógrafo contemporáneo que se siente excluido de un Centro que debería ser eso: El epicentro de la fotografía en México y que ahora no lo es. 

¿El futuro está roto? Para nada. Desde varios nodos creativos en torno a la imagen, poco a poco se sumarán nuevas exposiciones, encuentros, coloquios y reconocimientos que renovarán nuestra mirada y capacidad de propuesta para quienes hacemos imagen en cualquiera de sus clásicas o nuevas plataformas. 

Esta última Bienal, tocó el fondo de muchos paradigmas estancados; que sea también un momento de renacimiento que detone nuevas miradas sin intermediarios. Busquemos pues, construir un territorio renovado, realmente horizontal y transparente. Esta semana será clave para el arranque de diversas iniciativas. 

Los esperamos el próximo sábado a las 11 de la mañana para el cierre de mesas en el Centro de la Imagen. No se queden fuera de la conversación. 

Columna publicada originalmente en el diario El Universal el 4 de Marzo de 2017            

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February 17, 2017

La ruptura debe reconciliarnos

Por Ulises Castellanos

Para ser un “crítico poco serio” como también me han llamado, mi columna navideña fue todo un detonante. Memes, textos de defensa, felicitaciones, cartas y hasta un foro se abrió en el Centro de la Imagen para reflexionar sobre los sucedido en la hoy llamada, Bienal de la Ruptura. 

En medio del desencuentro que se desató, de pronto se dieron señales de sensatez, y mientras intercambiamos invitaciones a distintas mesas; todavía se dan muestras de arrogancia que insisten en descalificar al “otro” para tratar de explicar lo inexplicable. 

La semana pasada la directora del Centro de la Imagen, Itala Schmelz en tono amable, serio y respetuoso, me comparte la invitación a participar en una mesa para el 11 de marzo en su próximo foro sobre la Bienal allá en la Ciudadela. Leo el mail, preparo un café y le respondo sin titubeos que acepto participar y agradezco la invitación; pero sobre todo, el gesto. 

Apenas 24 horas antes estábamos buscando también invitar a Itala a otra mesa en el Bella Época para la celebración de los diez años de Luz Portátil; y debatir sobre los resultados de la Bienal, pero no teníamos un canal de comunicación directo. Fue casi una coincidencia y ambos aceptamos colaborar en un debate respetuoso y constructivo. 

En este contexto, que ha ratos parecía escalar, reconozco sobre todo el gesto y la iniciativa; y ¿por qué lo digo? Porqué a partir de aquella columna en diciembre del año pasado se desataron los demonios. Y no debe ser fácil para quien dirige una institución, tratar de ser mesurada en medio de tanta polémica. Itala sabe perfecto, que no hay nada personal en mis señalamientos sobre la Bienal, las decenas de fotógrafos que se han sumado a dicho cuestionamiento han sido una sorpresa para todos, pero leer a los radicales que gozan con la diatriba, es una decepción. Esos son los talibanes de la imagen. 

Si mi texto de entonces les pareció grosero, sólo hay que leer las fallidas defensas y sus argumentos. Sin embargo como se lo comenté a Itala, su invitación es un cambio de ruta, la invitación al Centro deja fuera a los talibanes de siempre, los desarma y se abre la conversación. Y eso siempre será una buena señal. Sin embargo, cuando el liderazgo toma iniciativas, supongo que debe compartirlas a su tripulación. Cosa que apenas está por verse. 

Tan sólo esta semana, en el programa de radio Imagen Líquida que hacemos cada semana con el maestro Óscar Colorado; tuvimos como invitada a Yvonne Venegas -jurado de la Bienal- quien entre otras joyas nos confesó que en algún momento de su carrera, quería ser como Annie Leibovitz. Y ahí, ella nos receta una invaluable combinación de buen humor y arrogancia de antología. 

Ahí me llamó “crítico poco serio”, así como fotógrafo “duro y puro” -lo que eso signifique- y por ahí se dijo incluso orgullosa del resultado de la bienal. Dijo que algunas piezas eran para “provocarme” y que al final yo había caído en la trampa. Yvonne nos contaba de sus estudios en el extranjero, cuando dijo que sus maestros de foto eran unos “viejitos”; uno de ellos por cierto, el artista Rubén Ortíz Torres nacido en 1964, - artista plástico, egresado de la Academia de San Carlos - mientras que su mayor influencia, decía Venegas, fue una escultora, y de ahí deduce que la fotografía es en realidad algo que se expande en tres dimensiones. 

Todo lo anterior para justificar una de las piezas más “extrañas” de la Bienal. La del alambre de púas y sus ya famosos mechones de pelo de vaca, que por ningún lado presenta una sola versión fotográfica de esa ocurrencia.  

Yvonne dice que para que una obra “le mueva el tapete” tiene que ser tridimensional y eso incluye el espacio, por eso les gustó tanto la obra de Carlos Iván Hernández, y remata su argumentación para recomendarnos a los fotógrafos “como yo” a que hagamos nuestra propia bienal.  Hasta aquí parte de lo que expresó la querida Yvonne, aquí el link de nuestro programa para que lo escuchen ustedes mismos. 

https://www.mixcloud.com/imagenliquida/imagen-líquida-2a-temporada-20-con-yvonne-venegas/

En resumen, lo que nos dijo Yvonne en la radio palabras más, palabras menos, fue : “si no les gusta la Bienal, son unos ignorantes”. 

Y entonces supongo que ese será el argumento central de los responsables de esta bienal. Si no nos gustó el resultado, es porque somos unos idiotas o ya no entendemos nada. Así las cosas, en el ambiente parece haber dos señales, una conciliadora y otra excluyente. Espero que prevalezca la conciliadora, la argumentativa, en un marco de respeto y diálogo para superar este momento y juntos entender mejor la fotografía contemporánea.  

Del 16 de febrero al 11 de marzo estará abierta una ventana de oportunidad para reconciliarnos y devolverle al Centro su capacidad de convocatoria plural y diversa. Nada sería más triste, que al final se imponga la visión de los talibanes de la imagen en el sentido de excluir otras expresiones visuales, incluidas las de los fotógrafos “duros y puros” como yo, o la necedad de defender lo indefendible. Este 2017 puede ser el año de la reconciliación del quehacer fotográfico. Pero esto sólo será posible si omitimos de toda argumentación la división del “ustedes o ellos”. Aquí no caben las divisiones. 

Yo voto por un “nosotros” incluyente, respetuoso y diverso de cara a los nuevos paradigmas visuales. Insisto, la Bienal deberá cambiar de nombre y actualizar sus reglas.  A los amigos del Centro, les agradezco la invitación y por allá nos veremos. 

Columna publicada originalmente en el diario El Universal el 4 de Febrero de 2017    

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January 31, 2017

Celebremos la Mirada

Luz Portátil, Diez Años

Por Ulises Castellanos

Luz portátil anda de fiesta y siguen las celebraciones por su primer década y los 30 libros de fotografía que ya reúne esta colección. Alberto Ruy Sánchez director de Artes de México describe así el trabajo de la comunidad visual: “la fotografía en nuestro país sobresale por su diversidad y consistencia, calidad y cantidad, experimentación y rica tradición.” 

Hoy, en medio de todo lo que se ha escrito en torno a la fotografía mexicana, Luz portátil celebra con exposición y mesas de diálogo para pensar y repensar la mirada. Pedro Tzontémoc, fotógrafo y editor de esta colección, incansable colega, comparte la alegría de estos diez años convocando para celebrar juntos la mirada creativa y original en torno a la fotografía de autor. 

Para empezar, el sábado 11 de febrero será la inauguración de la exposición con lo mejor de los autores reunidos en estos libros en la Galería Luis Cardoza y Aragón, dentro del Centro Cultural Bella Época, en donde se encuentra la librería Rosario Castellanos, allá en Tamaulipas 202, en la Condesa. 

Pero eso no es todo, Artes de México y el Fondo de Cultura Económica invitan a un par de mesas que no se pueden perder, la primera denominada “Instantes lúcidos”, contará con la participación ya confirmada de Armando Cristeto, Sandra Lorenzano, Silvana Andrade y Laura González Flores para el próximo viernes 24 de febrero a las 19:00 hrs en la misma librería de la Condesa. 

Y para cerrar este ciclo de celebración y reflexión, Artes de México convoca también a una mesa de debate en torno a la polémica sobre la Bienal de Fotografía. Al cierre de esta columna puedo compartirles la participación de Mauricio Alejo, Gustavo Prado, Juan José Díaz Infante, Beatriz Díaz y quien esto escribe, independientemente de que podría incorporarse un invitado más que está por confirmar. 

Ambas conferencias las moderará Pedro Tzontémoc, y la cita para ésta última mesa denominada “Ojos de la memoria” es el viernes 3 de marzo a las 19hrs en la misma librería del Centro Cultural Bella Época. 

La idea es conversar y exponer argumentos en torno a los nuevos paradigmas que rodean el quehacer fotográfico desde diversos puntos de vista. Siempre respetando todas las voces y con un ánimo equilibrado, plural y de buena fe, entre todos. 

Entre los autores visuales que reúne la exposición están: Federico Gama, Gerardo Montiel Klint, Yamina del Real, Maritza López, Yolanda Andrade y Tatiana Parcero entre muchos, pero muchos más. 

Así pues, no se pierdan la exposición y acompáñenos en las mesas de diálogo que Luz portátil organiza. Celebremos juntos.  

Columna publicada originalmente en el diario El Universal el 28 de Enero de 2017    

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January 17, 2017

Arca, el patrocinador incómodo

Los hermanos Berruecos.

Por Ulises Castellanos

Uno patrocina y el otro gana, son los hermanos Berruecos Martínez. ¿En qué momento un patrocinador genera presunto conflicto de interés? Pues justo en el momento en el que un jurado da por ganador al hermano del generoso patrocinador. Y me pregunto: ¿Pero qué necesidad? 

Y así fue, resulta que en esta última Bienal - además de la polémica desatada hace unas semanas - se anunció con bombo y platillo sus nuevas alianzas y entre ellas la incorporación de Arca, una organización cultural que aportó el dinero para los premios. 

Lo que no dijeron en aquel anuncio es que el 50% de esa misma bolsa se la llevaría el hermano del director (creativo) de Arca. 

Así pues, don Emiliano Berruecos, flamante patrocinador fue víctima del talento de su propio hermano, el fotógrafo Diego Berruecos, quién casualmente ganó el segundo lugar de dicha Bienal y se llevó la bonita cantidad de 120 mil pesos. Todo quedó en familia pues. 

Pero vamos por partes. 

Ya en diciembre les conté lo que pensaba de las obras, pero para que vean que no es nada personal, aquí cito a Xavier Aguirre un investigador que escribió sobre la Bienal, y esto apuntó él sobre los premios: “En esta exhibición se presentan 49 trabajos seleccionados, de los cuáles 11 recibieron menciones honoríficas y 2 el Premio de Adquisición ARCA (lo que quiere decir que fueron ellos los que pusieron la lana).” 

Más adelante, Aguirre describe así la serie ganadora : “El trabajo de Diego Berruecos es indefendible, pues está haciendo una tropicalización del trabajo creativo de otra persona. En su justificación, asegura que Twentysix Gasoline Stations del estadounidense Ed Ruscha, fue el punto de partida de su propio trabajo. El problema que yo le veo es que fue el punto de partida y el de llegada. Ni siquiera se trata de una paráfrasis, es abiertamente el mismo proyecto pero ejecutado en tierras mexicanas”. 

Pues bien, ese trabajo de Berruecos le ganó a decenas de colegas. ¿Es ilegal que un fotógrafo participe en un concurso donde su hermano pone el dinero de los premios? Probablemente, no. ¿Acaso el jurado no sabía que Arca patrocinaba? ¿La dirección del Centro no les aviso? Quizá no sea ilegal, pero al menos es raro y refleja falta de ética de los involucrados.  Y van más preguntas: ¿No sabía Diego que su hermano patrocinaba? ¿No podía excusarse por esta ocasión y abstenerse de participar?  

Esto dicen las bases de la convocatoria de la Bienal: 

1.2 No podrán participar: a. Mandos medios y superiores de las instancias de la Secretaría de Cultura. b. Trabajadores adscritos al Centro de la Imagen. c. Parientes en primer grado de los miembros del jurado. 

El espíritu de la convocatoria claramente contempla un conflicto de interés, entre participantes y jurado o trabajadores del Centro. Pero, ¿No aplica para los parientes de un patrocinador? Quizá valga la pena agregar una cláusula extra para la próxima edición. 

Si bien la convocatoria no hace referencia a lo relacionado entre participantes y patrocinadores, aquí presuntamente se perfila un mínimo conflicto de interés. Conozco personalmente a dos miembros del Jurado, Patricia Mendoza e Yvonne Venegas y las respeto. Quiero suponer que ellas no sabían nada. 

En un país donde la corrupción es el pan de cada día, ¿no es legítimo al menos pedirles que lo expliquen a cabalidad? Señoras y señores del Centro de la Imagen, sugiero que agreguen en su agenda para las futuras mesas donde explicarán lo que hicieron en esta Bienal, al menos un nuevo tema : “Conflicto de interés : nuevos paradigmas”. 

Y antes de que vengan las mil y un firmas en defensa del Centro, deberían reflexionar sobre lo que ahora van a defender. ¿Un tema de estética y concepto contemporáneo o un posible conflicto de interés que hace cuestionable el premio de Diego? 

La Bienal presumió así a su nuevo socio “reforzamos nuestras alianzas con Arca, un espacio que impulsa y abre las puertas al talento emergente, potenciando y difundiendo proyectos y plataformas, como la Bienal de Fotografía” y aquí viene lo mejor: “Arca otorgará los Premios de Adquisición, y estos se integrarán al acervo fotográfico del Centro de la Imagen”. 

Lo que no imaginaron quizá, es que uno de los dos premios, se lo llevaría el hermano del director (creativo) de Arca. 

En síntesis, resulta que Diego Berruecos fotógrafo y editor de foto de la estupenda revista Gatopardo, inscribió su trabajo en la Bienal a sabiendas de que Arca era el principal patrocinador. ¿Los miembros del Jurado no se sonrojaron al firmar el acta? ¿Nadie imaginó que de menos, se vería mal? ¿La dirección del Centro, no sabía nada? Insisto, no digo que sea ilegal, pero, ¿Se vale? ¿Es normal? 

Creo que para este lunes, María Cristina García Cepeda, la nueva Secretaria de Cultura, tendrá al menos que tomarse un cafecito, con los responsables de este desastre.

Columna publicada originalmente en el diario El Universal el 7 de Enero de 2017       

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December 30, 2016

Noche de paz

Por Ulises Castellanos

“Sus propias vidas rudimentarias no poseen otro bien que su odio” 

Jorge Luis Borges. 

Esta semana me llamaron oportunista, viejo retrógrada y misógino. Primero el odio y después los argumentos. Así los personajes que pretenden defender lo indefendible; el inevitable cambio de paradigma que algunos pretenden negar o la necedad de no respetar géneros y categorías. 

Por cierto, mi texto de la semana pasada ha sido el más leído y compartido por todos ustedes, lo cual agradezco infinitamente; más de 2,200 interacciones en redes y miles de lecturas compartidas. Gracias de corazón. 

Hoy es Noche Buena y hoy seremos conciliadores. 

Varios colegas fueron a ver la expo para verificar lo aquí expuesto, y me recordaron que había buenos trabajos y que yo nos los había mencionado, y tienen razón. Lo bueno casi no se cuenta y aquí lo hago; el trabajo de Adam Wiseman sobre Tlatelolco es una belleza; el de Daniela Bojórquez y su apropiación de imágenes de Instagram, es alucinante, me gustó mucho. Es innovador, fresco y contemporáneo. 

Un trabajo que me dejó helado fue el de Gerardo Landa, “Suicidio Público” imágenes de estaciones del metro desiertas en donde se han registrado lamentables suicidios. Este trabajo es fotografía en esencia, pura y sencilla. Me encantó. 

Así hay varios y ahí el jurado tuvo enormes aciertos, no todo es tan terrible pues. Pero claramente, la Bienal debe actualizarse desde su concepto hasta el nombre que ha usado por años. Muchos compartieron la esencia de mi columna anterior y se los agradezco sinceramente, pero también hubo quienes me atacaron con diversos adjetivos, memes, prejuicios y frases de oídas; sin embargo nadie argumentó nada especialmente articulado, la mayoría solo repitió lo que ha escuchado de otros y al final no agregaron nada nuevo al debate. Es más, nadie ha dicho hasta hoy, que yo haya mentido.

La mayoría de las reacciones fueron puras cortinas de humo, destacaría por ahí un par de textos y en especial uno mesurado, argumentado y preciso, el de Francisco Mata que circula en redes. Lo que queda claro es que en esta comunidad no se sabe debatir, claramente existen debates formales o informales; pero parece que se tira agua en le desierto. 

Sin embargo, me alegra mucho que esta sencilla columna haya logrado abrir un debate intenso y que el Centro de la Imagen haya reaccionado al menos con un comunicado en donde anuncia que para 2017 nos explicará qué es lo que quisieron decir. Sin embargo, tal parece que siguen dándole vuelta al debate plural, franco y abierto, finalmente si solo se convocan entre ellos, el debate será somnoliento. Estaremos atentos. 

La semana pasada argumenté por qué no me gustaba la propuesta general de la Bienal y su mensaje; eso fue todo, el resto lo armaron los lectores, los fotógrafos, los ofendidos y los que festejaron cada párrafo. 

Claro que la fotografía ha evolucionado y con ella todos nosotros, pero su expansión no implica engañar al público, esos mechones de vaca en alambre de púas no es fotografía bajo ningún concepto, ni pertenece a escuela vanguardista alguna. Nada tenía que hacer ahí, punto. 

Pero ya basta, esta noche, es noche de paz y por ello, les deseo a todos una cena en familia y llena de bendiciones. Me parece que buena parte de lo que vimos esta semana sólo se explica en el contexto de la irritación social que agobia a nuestro país. No dramaticemos pues. La vida sigue. A todos mis lectores, colegas y detractores les deseo una noche de paz y alegría, acompañados por sus seres queridos. Feliz Navidad.

Columna publicada originalmente en el diario El Universal el 24 de Diciembre de 2016        

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December 23, 2016

Amarga Navidad

Por Ulises Castellanos

Quienes han seguido esta columna en los últimos diez años, saben que no es mi estilo criticar por criticar, mucho menos ofender o descarrilar proyectos individuales o colectivos. Pero esta semana, es inevitable escribir desde la crítica más seca. 

Acabo de visitar la peor exposición de imagen que jamás haya visto. Y no estaba montada en una humilde casa de cultura o en un modesto café hipster de la Roma; no, se trata de una exposición fallida en el recién remodelado Centro de la Imagen, allá en la Ciudadela a cargo de la señora Itala Schmelz. 

La expo reúne los trabajos finalistas y ganadores de la última Bienal de Fotografía, hasta hace poco toda una referencia en torno a la imagen contemporánea, de autor y documental de nuestro país. 

Sin embargo, esta expo es desastrosa, insípida y montada con absoluto extravío. No tiene significado simbólico alguno, ni semántico y mucho menos contextual; tal como lo argumenta la directora del Centro. Y aclaro, la Bienal es de Fotografía, y debe ser de fotografía, no de ocurrencias. 

Me sorprende que el jurado nos recete este cocktail molotov. 

Hace tiempo, muchos pensamos que después de la exitosa administración de Patricia Mendoza, el Centro no podía tocar más fondo que con la gris gestión de Alejandro Castellanos; pero no, ahora la dirección actual del Centro nos demuestra que siempre se puede caer más bajo, y descubro un socavón profundo en este último intento de muestra colectiva. 

Al caminar por la galería soy asaltado por imágenes malas, absurdas e inconexas de puro desconocido emergente. No tiene ni pies ni cabeza. Juro que no exagero. 

De entrada hay una especie de instalación de Bruno Bresani que coloca junto a una pantalla vertical, una pecera con tierra y arriba con foquitos de navidad, la palabra DESAPARECIDOS. Se que Bruno es un artista visual, pero esta pieza es hueca, no me dice nada. Quizá se equivocó de concurso. 

Pero mientras avanzo la cosa se pone peor, veo por ahí un par de piezas de Pavka Segura que ahora compite con un binomio que podría venderle a cualquier tienda vintage de la Condesa, pero que no tendría porque estar colgada ahí. Enseguida me encuentro con el único fotógrafo documental que reconozco, y que es Mauricio Palos, viejo alumno mío de San Luis Potosí, con una carrera meteórica, fresca, e interesante que hoy tampoco nos presenta su mejor mirada. 

De pronto llego a la sala del primer lugar y me encuentro con una vacilada de Sofia Ayarzagoitia, nacida en 1987 y que actualmente estudia en Madrid, quien nos presenta una serie según ella íntima de un sujeto que sostiene una sandia, y que ella misma resume así : imágenes “que a diario me rescatan del sinsentido” y tiene razón, es el puro sinsentido. Mal tomadas, mal editadas y que no transmiten nada. Eso si, se llevó sus $120,000 pesos correspondientes. 

Camino y le doy la vuelta a un poste lleno de basura y de recortes de periódico que según la cédula es una “video instalación” pero esa al menos no ocupa una pared. Sólo para documentar el desastre conceptual, les cuento que en esa sala principal hay una pieza de 12 alambres de púas que como única novedad contiene pelos de vaca arrancados en cada alambre. Más basura. Vamos, ni siquiera hay una imagen ahí. 

Busco al segundo lugar, y me encuentro con las peores fotografías impresas que he visto en décadas, una serie de Diego Berruecos nacido en 1979, que exhibe 26 gasolineras abandonadas, sin composición alguna, ni narrativa, ni nada. El triunfo del choro mareador pues. Pero él también se llevó su cheque. 

Ya ni para qué le sigo, por ahí, veo pura basura conceptual, más preocupados por el rollo de sus cédulas que por la propuesta visual. Y mientras busco la salida de la casa del horror, me topo con una cortina que me lleva a un pseudo laboratorio con luz roja, en donde solo hay una caja de papel fotográfico que pretende evocar no se que estupidez nostálgica. 

En descargo de algunos participantes, quizá estos “artistas” se equivocaron de Bienal, y debieron mandar sus obras al INBA para su consideración a la Bienal de Venecia. 

Ojalá cuando termine la gestión de doña Itala, los fotógrafos profesionales seamos capaces de rescatar un Centro que ha perdido la brújula. Ustedes disculparan que hoy no hay foto en esta columna, pero claramente, no la hay, porque no quiero herir sensibilidades. Vayan a verla bajo su propio riesgo. 

Lleven Alka-Seltzer. 

Columna publicada originalmente en el diario El Universal el 17 de Diciembre de 2016      

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